19 de febrero de 2014

Estudiaba algo, quien sabe qué, ese año me eché todos los ramos. Mi mente sólo estaba ocupada en esa relación. Algo me decía que yo no estaba bien, no me sentía cómoda, ni feliz, salvo cuando él se iba. 

Siempre fui de pocos amigos. Siempre me ha costado relacionarme, mi filtro para comunicarme con la mayoria es grande. Con él jamás.

Siempre era culpable. De la poca experiencia, de la inocencia, de los ideales, de mi vacios, de mis inseguridades, de mi poca belleza, de mi poca esencia carretera, de mi nefastas ganas de sociabilizar, del miedo de que no iba a encontrara  a nadie como él para hablar.

Jamás lo hubiera mirado en la calle, quizá  me hubiera llamado la atención escucharlo expresar su odiosidad con lo "meinztrim" pero lo que me hizo tolerar fue el no filtro que usaba para hablar con él. Todo de mi era sincero. Todo. Mis dudas, mis angustias, mis chistes, mis criticas, mi descriminación a la gente, mi asco por la universidad, mis torpezas, mi tardia adolescencia. Con él yo era un libro abierto. Un pobre libro que le arrancaron hojas.

Siempre me sentí fuera de lugar, aparte, con cero feedback, con nada de ganas con nadie. Nunca pesqué. No me interesaba. Poco me importaba la 'jente´en individual era mejor estudiarlos en masas, todos eran iguales.

Era la menor de dos hermanos mayores con diferencias de edad de 16 y 11 años. Me costaba relacionarme con las personas de mi edad. Y los únicos grandes amigos de la vida, estaban en otros países.

Cuando ese flaco apareció, mirando mis antecedentes, era obvio que me iba knockear.


 


La última vez que ví ese mensaje quise quedarme, prometo, que mis ganas eran aguantar,hechar raíces y asujetarme con todas mis fuerzas pero mi cuerpo le gano a mi cabeza. Las piernas me temblaron, estaba somatizando todo a través de un fuerte ardor en el esternon y mi voz sólo emitia ruido de quejidos. Me dolía...