22 de agosto de 2013

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¿Quieres que sea realmente sincera contigo?.

No voy a discutir. No voy a pelear. Jamás te dedicaría mi atención. Jamás. Sí, considero que soy mejor que tu. Sólo te miro porque eres un bufón que tiene los 5 minutos de fama en mi mente. No me importa lo que hagas o lo que quieras generar. No me interesas. Lo único realmente importante es mi entretención.

dotorax

"Siempre te has sobrevalorado, no sé que te crees."
"no sé que decirte"
"No me hueís. Es cualquier cosa menos fácil. Jamás te he exigido nada, ni tiempo, ni ganas, menos empatía, ni siquiera plata, eso te las mandaí tu solita. Así que no me hueís"


"de hace tiempo estaí en esa pará po'"
"creo que mejor me voy"
"que fácil es todo para ti"
"¿qué te pasa?"
"nada"
"pero..."
"es que no me pasa nada, Javiera, no me pasa nada"


Revisó por inercia la pantalla de su teléfono inteligente, se comparó con unas cuantas compañeritas de universidad, conocidas, del colegio, de cualquier taller a medio hacer y... "mierda me esta doliendo mucho". Tocó su pecho. Una puntada profunda la avasallaba de nuevo. Tenía pena. Una pena impregnada en el torax,  que se comenzaba expanderse hasta la tráquea  ante cualquier acontecimiento que la alteraba. Lloraba, no sabía si era por el dolor de su pecho o por el dolor de no saber lo que estaba pasando. De seguro lo último, no era exageración decir que el mayor dolor que podía sentir era no saber lo que ocurría con  su mente. Así era de egoísta . Así era de egolatra.


2 de agosto de 2013

Petenen.

Siempre he encontrado carente la idea de pertenencia. Peor aún la ridícula forma  de entablar  monosílabos para estrechar relaciones con lugares o instituciones como si fuera su padre o madre criador.

"mi Antofagasta", "mi Temuco", "mi país", "mi tierra". Mi mierda. 

Gusta esa idea de conocer "a los de siempre".  (Y no comprendo como no se sienten ahogadas)  tienen añoranza por un pasado impuesto y les gusta saber que algo estará de forma perpetua hasta que se pudran en la tierra. 

La Cami.


...demás la Cami cabe en el prototipo de hijita de papá, rarita y extravangante. De esa generación embobada por los mentir, escitalopram, fluoxetina y quien sabe cuanta hueá más. Nunca molestaba a nadie, ni pedía nada. Porque casi todo siempre estaba ahí a la mano y sus necesidades emocionales se la bancaba sola. Y no era porque no tuviera a gente receptiva para dar y entregar emociones, sólo parece que le daba flojera, pedir amor, exigir amor, tratar con el amor. 

Una lata .

Era perfectamente querible y práctica para-supuestamente- quererla. Escuchaba lo que tenía que escuchar y opinaba sin juicios de valor. Comprendía, aconsejaba e invitaba un café a llorón de turno. Guardaba todos los  secretos que le contaban (no por el voto de confianza sino para ser la coleccionista exclusiva de cada dato de la gente que la rodeaba). 

Desde los años pre adolescente siempre estuvo en tema la discusión de porque no llevaba amigos o pololo-ya más grande- a la casa.  Respondía cuando se encontraba de suficiente humor  para contra argumentar si no- como solía- ser daba la razón y esgrimía que el próximo fin de semana la casa estaría llena de gente. Nunca era así. Trataba de no perder segundos en explicaciones sin sentido aunque había excepciones.

No entiendo que haces tanto tiempo sola.
No entiendo porque gastas tu tiempo pensando en mi tiempo.

La verdad era que ella se relacionaba por el sólo hecho de tener que hacerlo. Nadie la llenaba por completo y si bien tenía uno que otro cercano. Ninguno le parecía suficiente. Ni para amigo, ni para amante, ni para pololo. Lo que estaba  lejos de ser un sentimiento triste, critico o depresivo sólo era un parámetro objetivo que nadie era suficiente. De seguro ella tampoco lo era.